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Crítica: Late Night With the Devil
Una de las películas de terror más esperadas del año cumple con lo que promete.
Ver el tráiler aquí.
Dirección: Cameron Cairnes y Colin Cairnes
93 minutos.
El terror no es un género fácil. No es fácil producir contenido original en base a los temas siempre recurrentes: fantasmas, monstruos, casas embrujadas, asesinos imparables, posesiones infernales, son todos tipos bien definidos de terror. Los espectadores esperan cosas concretas de sus películas o libros de terror. Siempre creí que, en particular, las historias de fantasmas y las de casas embrujadas (dos de mis subgéneros preferidos del terror) son especialmente difíciles de hacer con originalidad: ¿cómo hacer que la historia de otra alma en pena por una muerte injusta y que regresa en forma de fantasma sea original? ¿cómo hacer que una historia de una casa en la que habitan fuerzas malignas resulte novedosa? La habilidad para crear historias que resulten novedosas y originales aun dentro de los parámetros cerrados y rígidos que impone el género del terror y sus subgéneros es realmente una proeza.
En este sentido Late Night with the Devil (Tarde en la noche con el diablo) resulta claramente ganadora. Porque si bien retoma uno de los tópicos que, a mi criterio personal, son menos interesantes del género como es el de las películas de posesiones infernales, lo hace con maestría y unas formas novedosas para este tipo de películas. Porque de nuevo, si el contenido es más o menos esperable (en una película de posesiones infernales esperamos ver… bueno, precisamente eso: una persona o unas personas siendo poseídas por algún demonio), lo que queda a veces es experimentar con el modo en el que se presenta esa historia más o menos conocida.
En la película de los hermanos Cameron y Colin Cairnes, la forma en que se nos presenta la historia es todo. Presentada como una especie de found footage / mockumentary acerca de un típico late show estadounidense, la película comienza recordando el programa de TV Night Owls, conducido por Jack Delroy, un carismático presentador de TV de los años 70s que ha visto su carrera comenzar desde el suelo, remontarse, subir y llegar a una posición de estrellato para luego caer en picada luego de una tragedia personal. Todo esto se nos presenta a los espectadores en los primeros minutos de metraje en forma de un narrador en off que va relatando la introducción a lo que será el resto de la película: los archivos originales, recuperados de la emisión especial de Night Owls para la celebración de la noche de brujas de 1977.
En el medio de este relato acelerado se nos presenta también la vida privada de Delroy: su relación con una coestrella del programa, su asociación con un grupo secreto del jet set de los que se sospecha participan de actividades ocultistas, su depresión producto de la tragedia familiar y su intento vano, hasta esa noche, de recobrar el éxito y la fama que viene perdiendo.
En ese punto es cuando nos encontramos como espectadores, ahora sí, frente al metraje perdido de ese especial de TV. El talk-show de Delroy contiene todo lo que podría esperarse en un producto como ese: un ambiente relajado y poco serio, con bromas entre el conductor y sus colaboradores, participación del público y algún que otro show de variedades. Para este especial de noche de brujas, la producción del programa ha traído a un supuesto espiritista de pacotilla, Christou (Faysall Bazzi) y a un escéptico profesional, Carmichael Haig (Ian Bliss), claramente inspirado en la figura real de James Randi, un ilusionista y desenmascarador de fraudes psíquicos fallecido en 2020, que se encargará de desnudar el engaño.
El plato fuerte sin embargo viene de la mano de Lilly D’Abo (Ingrid Torelli) una jovencita sobreviviente de un culto suicida (una historia posiblemente inspirada también en casos como el de la secta de Jim Jones) que dice estar siendo poseída por la deidad satánica que el culto al que pertenecía adoraba y una psicóloga profesional abierta a lo paranormal que ha venido trabajando con ella, June Ross-Mitchell (Laura Gordon). Ross-Mitchell ha escrito un libro acerca del caso, lo cual también parece una referencia a Michelle Remembers, el libro de 1980 escrito por el psiquiatra Lawrence Pazder y su paciente Michelle Smith donde ella contaba una supuesta infancia en la que había sido abusada y obligada a participar en ritos satánicos y que fue uno de los puntapiés iniciales del pánico satánico que se extendió en los Estados Unidos durante aquella década.
Volviendo a Late Night with the Devil, el programa de Delroy continúa entonces con la presencia de Lilly y June quienes hacen una demostración de la supuesta posesión de la niña. Por supuesto, Carmichael Haig intentará demostrar que este no es más que otro caso de una estafa, un truco de bazar. Pero, ¿realmente lo es? No voy a contar el desenlace de la película, pero sólo cabe señalar que las cosas se ponen aquí sumamente interesantes y la película que, como dije al comienzo, tiene una premisa básica dentro del género del terror, termina constituyéndose en una de las más originales e interesantes narraciones de terror de los últimos años, con una edición y una forma perfectas que permiten darle nueva vida al género tan transitado de las posesiones infernales y los niños demoníacos.